Un nuevo estudio señala a los roedores como agentes clave en la pérdida masiva de palmeras y bosques y la transformación ecológica de la mítica isla.
¿Un culpable inesperado? La historia de la isla de Pascua ha servido de ejemplo acerca de las consecuencias del colapso ambiental causado por los seres humanos. Durante décadas se planteó que los antiguos habitantes de la isla talaron masivamente sus bosques de palmeras para construir canoas, cultivar y transportar los icónicos moáis, los gigantescos monolitos de piedra de esta isla polinésica. El problema es que estos antepasados habrían dejado el ecosistema totalmente devastado.
Pero, ¿y si esta historia estuviera incompleta? ¿Y si los verdaderos causantes de la catástrofe ecológica no solo fueran los humanos, sino también una especie invasora traída accidentalmente por ellos? Una nueva investigación plantea que fueron las ratas polinesias (Rattus exulans) las responsables del detonante silencioso de la deforestación masiva de Rapa Nui.
La rata como agente ecológico
Según una investigación liderada por los arqueólogos Terry Hunt, de la Universidad de Arizona, y Carl Lipo, de la Universidad de Birmingham, y recogida en la revista Journal of Archaeological Science, la llegada de los primeros colonos polinesios a la isla alrededor del año 1200 d.C. trajo consigo un polizón inesperado e indeseado.
Aunque se trata de un mamífero pequeño, esta especie invasora tiene un apetito voraz y una capacidad reproductiva desaforada. A través de modelos ecológicos, los científicos demostraron que una sola pareja de ratas podría haber sido capaz de producir una población de más de 11 millones de individuos en menos de 50 años. Este crecimiento demográfico, en una isla cerrada y sin depredadores naturales, habría tenido un impacto devastador en la flora local, especialmente en las palmeras endémicas Paschalococos disperta o palmeras de la Isla de Pascua.
Las semillas eran devoradas antes de germinar
Estas palmeras, que una vez cubrieron entre 15 y 19 millones de hectáreas de la isla según los registros paleoecológicos y que acabó extinta, producían semillas grandes, ricas en aceites y nutrientes, algo que representaba todo un manjar para las ratas. Pero el nivel de depredación de sus frutos era tal que impedía la regeneración natural del bosque, lo que llevó a su eventual extinción.
“Es fundamental destacar que las palmeras producen relativamente pocas semillas por árbol. Cuando las ratas consumen o almacenan la mayoría de las semillas, la regeneración fracasa. La estrategia reproductiva de producir pocas semillas, grandes y ricas en energía, hizo que las palmeras fueran particularmente vulnerables a un depredador de semillas que alcanzara altas densidades poblacionales”, aclaran los investigadores.

Las ratas podrían haber destruido hasta el 95 % de las semillas de palma en solo unas décadas, según los cálculos de los expertos. Así, incluso antes de que los humanos comenzaran a talar sistemáticamente los árboles, la regeneración forestal ya se encontraba en jaque. De hecho, tuvieron un descenso y caída muy rápido, ya que el análisis de restos faunísticos excavados en Anakena reveló que las poblaciones de ratas colapsaron en un 93 % una vez que se agotó su alimento. Por tanto, la evidencia arqueológica sugiere que la sobreexplotación de semillas fue lo que llevó a la caída de las poblaciones de estos roedores (y no la caza por parte de los humanos).
“Las ratas por sí solas podrían haber provocado la extinción de las palmeras sin la intervención humana. Esto demuestra el profundo impacto que pueden tener las especies invasoras, y el problema persiste hoy en día, no solo en las islas, sino a nivel mundial”, comentan los expertos.
No se trata de absolver de toda culpa a nuestros ancestros humanos, ya que la acción del hombre habría acelerado el proceso de deforestación, pero por comparar, en otras islas del Pacífico donde los humanos se asentaron sin introducir ratas, como en Nihoa y Huelo, las palmas nativas sobrevivieron durante siglos, lo que refuerza la hipótesis de que la introducción de las ratas tuvo consecuencias devastadoras para la isla.
¿Por qué las palmas eran tan vulnerables?
La clave está en la estrategia reproductiva de estas palmas. A diferencia de otras especies que producen miles de semillas pequeñas, las palmas de Rapa Nui generaban pocas semillas aunque grandes, pero su tamaño requería mucha energía a la par que las convertía en un alimento muy nutritivo. Para una rata, estas semillas representaban todo un festín; eran todo lo que necesitaban. A día de hoy, más de 40 % de las extinciones de especies en islas se atribuyen también a roedores introducidos, según datos de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).