viernes, junio 27

Muere Clark Olofsson, uno de los criminales que inspiró la polémica teoría del “síndrome de Estocolmo”


Clark Olofsson saltó a la fama en 1973 tras ser uno de los dos responsables de secuestrar a tres mujeres y un hombre durante un intento de robo a un banco en Estocolmo.


Su crimen tuvo tanta repercusión que inspiró el nombre del trastorno psicológico que hace que las víctimas de secuestro desarrollen afecto por sus captores.

La familia de Olofsson informó este jueves que, tras una larga enfermedad, el hombre falleció a sus 78 años.

A propósito de su muerte, recuperamos esta nota de 2021 sobre la sorprendente historia del síndrome de Estocolmo.


Así recordaba Kristin Ehnmark el momento más aterrador de su vida.

En el verano de 1973 fue una de los cuatro rehenes en el asalto del Kreditbanken, un banco de la plaza Norrmalmstorg de Estocolmo, perpetrado por Jan-Erik Olsson y Clark Olofsson.

En algún momento Olsson quiso demostrarle a la policía que estaba hablando en serio, así que escogió a Sven Safstrom, otro rehén, y le dijo “‘te voy a disparar en la pierna, pero voy a evitar los huesos, para no hacerte tanto daño”, le contó Kristin a la BBC en 2021.

En ese momento crucial, Kristin dijo algo extraño: “Sven, es sólo en la pierna”.

¿Por qué diría algo así? ¿Por qué se puso del lado de un peligroso criminal?

Probablemente crees tener la respuesta, una compuesta de dos palabras que se unieron tras ese evento hace más de medio siglo, pero cuando se trata del síndrome de Estocolmo, no todo es tan claro.


Un 23 de agosto en la capital sueca

Era un día soleado cuando Kristin, quien entonces tenía 22 años y trabajaba como estenógrafa en el Kreditbanken, estaba terminando de escribir una carta.

“De repente, oí disparos y me tiré al piso. El asaltante se metió tras el escritorio y apuntándonos nos ordenó a mí y dos colegas que nos levantáramos”, le dijo Kristin a la BBC.

El robo se frustró cuando la policía llegó.

Pero Olsson, quien acababa de escaparse de la cárcel, tenía un plan: usar a los rehenes para huir del país.


El asaltador exigió dinero, un auto y que le trajeran al banco a un amigo que estaba cumpliendo una condena.

Su nombre era Clark Olofsson y al oírlo Kristin lo reconoció.

“Lo describían como ‘extremadamente peligroso'”.

Tenía 26 años y era uno de los criminales más famosos de Suecia. Robaba bancos, había estado vinculado al asesinato de un policía y ya se había escapado de la prisión dos veces.

Asombrosamente, los negociadores accedieron, trajeron a Olofsson y lo dejaron entrar al banco.

Además, les dieron el dinero y estacionaron un Ford Mustang azul con el tanque lleno de gasolina listo para que Olsson y Olofsson lo usaran, pero les negaron una petición: permitir que se llevaran a algunos de los rehenes con ellos.

Los delincuentes metieron a los rehenes en la bóveda. De repente, un policía que había entrado pasando desapercibido cerró la puerta, dejando a los cuatro rehenes junto con los dos delincuentes atrapados.

Mientras las autoridades intentaban controlar la situación, adentro Olsson sentó a una de las rehenes frente a la puerta, le amarró una bomba a un pie y apagó las luces.

En la oscuridad, lo único que rompía el silencio era el sonido de Olsson mascando pastillas de cafeína.

Con el paso de las horas, se empezó a poner nervioso y decidió que tenía que demostrarle a la policía que estaba hablando en serio. Fue ahí que se le ocurrió dispararle a Sven en la pierna.

Y fue entonces que Kristin empezó a comportarse de esa extraña manera que sería detallada y debatida durante los siguientes 50 años.

La llamada

“A mí realmente me avergüenza lo que dije. No soy así. Me tomó como 10 años hablar del tema”.

Los otros trataron de convencer a Olsson de que no era buena idea disparar, que no iba a conseguir nada hiriendo a Sven.

Kristin tuvo otra idea peculiar: llamó al primer ministro de Suecia, Olof Palme.

Se identificó con su nombre y como uno de los rehenes del banco. “La secretaria me dijo que esperara un momento y luego él habló”.

Si una conversación entre un rehén y un primer ministro te parece rara, el mundo más tarde se asombraría más de lo que ella le dijo. Habló con calidez de sus captores y dijo que confiaba en ellos más que en la policía.

En la grabación de la conversación, se oye a Kristin diciendo que está “muy decepcionada” con él.