domingo, marzo 9

10 lagartijas entraron en EE. UU escondidas en un calcetín: ahora hay decenas de miles


Originarias de Europa, las lagartijas comunes de Ohio son cada vez más grandes, rápidas y resistentes. Los científicos dicen que la propia ciudad puede estar impulsando su evolución.


Desde hace más de 70 años, miles de lagartijas comunes, conocidas como lagartijas roqueras, han hecho de Cincinnati (Ohio; Estados Unidos) su hogar. Incluso con temperaturas mínimas y nevadas récord, han conseguido sobrevivir y multiplicarse. Pero, ¿cómo han llegado estos reptiles mediterráneos a una ciudad del Medio Oeste? Todo empezó con un niño de 10 años y un calcetín lleno de lagartos.

En 1951, George Rau Jr., cuyo padrastro, Fred Lazarus Jr., fundó la cadena de tiendas que más tarde se convertiría en Macy’s, se llevó de contrabando 10 lagartos italianos de un viaje familiar al lago de Garda y los soltó en el jardín de su casa. No tenía ni idea de que estaba desencadenando un experimento ecológico que duraría décadas. 

Hoy, sus descendientes se cuentan por decenas de miles, si no cientos de miles. Declarados “residentes permanentes” por la División de Fauna y Flora Silvestres de Ohio, corretean por las aceras, se aferran a las paredes de ladrillo y prosperan en un entorno que parece muy distinto al de su lugar de origen. ¿Cómo se ha convertido Cincinnati en su hogar perfecto?

Por qué Cincinnati es el hábitat perfecto para las lagartijas

Eric Gangloff, profesor de biología de la Universidad Wesleyana de Ohio, afirma que, aunque Cincinnati no es una ciudad “tradicionalmente considerada común para las lagartijas”, ha demostrado ser un paraíso para los ejemplares que han sido introducidos. Lleva cinco años estudiando las lagartijas de Cincinnati, y antes las investigó en su área de distribución nativa en Europa. 

En la década de 1980, el investigador S.E. Hedeen descubrió que el clima de Cincinnati es muy similar al de Milán, a sólo 112 kilómetros al oeste del lago de Garda, de donde son originarias las lagartijas. Sus temperaturas anuales sólo varían en unos pocos grados centígrados, y las precipitaciones se mantienen en el mismo intervalo de 10 centímetros cada mes.

Pero el clima no es la única razón por la que estos reptiles han florecido. El paisaje de Cincinnati también ha resultado ser un sustituto ideal de su hábitat nativo.

“Cincinnati es muy montañosa y muchos de los barrios antiguos tienen muros de contención de roca apilada”, explica Jeffrey Davis, un herpetólogo que lleva observándolas desde principios de la década de 2000. Muchos de esos muros no tienen mortero ni cemento entre las rocas, lo que “crea un millón de pequeños recovecos y grietas por los que las lagartijas pueden colarse, y también les da acceso al subsuelo”, adonde van en invierno, añade.

“Probablemente a los biólogos no les sorprenda mucho que hayan sobrevivido, porque estaban preadaptadas”, dice Davis. “Para mí, lo sorprendente es la densidad de las poblaciones”. Esta especie, Podarcis muralis, también se ha encontrado en otras zonas de Ohio y en la isla canadiense de Vancouver, pero se cree que ninguna otra población es tan prolífica. 

En algunos barrios, hasta 1500 lagartijas se hacinan en un solo acre (0,4 hectáreas), mucho más que su densidad típica en Europa, en parte debido a la menor amenaza de depredadores y parásitos. Incluso el barrio de Torrence Court, donde Rau Jr. los liberó por primera vez, sigue siendo un punto caliente de lagartijas.

Lagartijas en evolución

Tras décadas en Cincinnati, las lagartijas pueden estar evolucionando para desenvolverse mejor en su mundo urbano.
Gangloff supervisa un equipo de estudiantes investigadores, la “Liga de lagartos”, que estudian a los reptiles en un laboratorio y comprueban cómo responden a las distintas condiciones ambientales. Hasta ahora, han descubierto que los animales aumentan de tamaño y desarrollan extremidades más largas, posiblemente para poder huir de los gatos domésticos, sus principales depredadores urbanos.

Tras someter a los lagartos a distintas temperaturas y velocidades del viento, con la hipótesis de que elegirían temperaturas más frías con vientos más fuertes para conservar la hidratación, los lagartos hicieron lo contrario. Y a pesar de la prolongada exposición a metales pesados en la ciudad, los lagartos no parecen afectados.

“Uno de nuestros experimentos consistió en hacer correr a los lagartos en cintas para probar su resistencia y ver si los niveles de plomo en su sangre tenían algún efecto sobre esto, porque esperábamos que hubiera algún tipo de asociación”, dice Emma Foster, estudiante de neurociencia en Ohio Wesleyan pero “descubrimos que los lagartos no parecían impactados por la toxicidad del plomo en absoluto”.

Desde 2022, esta investigación se financia con una subvención de cuatro años de la Fundación Nacional de la Ciencia de EE. UU., que “busca identificar las razones por las que esta especie ha florecido en entornos urbanos novedosos en un nuevo continente tras una introducción de tan pocos animales”. Se cree que toda la población de Ohio surgió de sólo tres individuos de los 10 originales. 

Además de resolver el misterio del auge de los lagartos en Cincinnati, esta investigación podría tener implicaciones más amplias, incluso para la salud humana. Aunque los ratones son los organismos modelo preferidos para la investigación biomédica, dice Foster, “también es valioso estudiar las características únicas de los cerebros animales que son menos similares al cerebro humano”. Si los lagartos son más resistentes a la exposición a metales pesados, ¿cómo podría traducirse eso en un fármaco para humanos?

“Esto está muy lejos en el futuro”, dice, “pero pensando en términos generales, ahí es donde podría ir este tipo de investigación”.