El hallazgo de una antigua urna de metal en el Parque Arqueológico Cerro del Molinete, en pleno casco antiguo de la ciudad, aporta nuevos datos sobre los rituales de la Hispania romana del siglo I a.C.
A veces, los objetos más pequeños guardan los secretos más grandes. ¿Y si hubiese uno destinado a echar suertes? Una vasija de bronce corroída por el tiempo, enterrada durante siglos bajo las ruinas de un edificio incendiado, ha destapado una historia de política y religión en una de las provincias más ricas del Imperio romano: Hispania Citerior.
El hallazgo, realizado en Cartagena (la antigua Carthago Nova) es doble, ya que gracias a esta sítula y sus inscripciones, los arqueólogos han podido identificar a un gobernador romano del que no se tenía constancia y que el objeto fue empleado en rituales de extracción de sortes, el ancestral método romano de sorteo, que se empleaba tanto para fines administrativos como religiosos.
Un objeto humilde (aparentemente)
La protagonista de esta historia es una sítula, una especie de cubo o urna con cuerpo globular y boca ancha, utilizada en la Antigüedad para mezclar y extraer tabletas o fichas en procesos de asignación aleatoria. El recipiente, datado entre los años 47 y 27 a.C., fue hallado en más de 250 fragmentos en el Parque Arqueológico del Molinete, entre los restos calcinados del llamado Edificio del Atrio, un complejo público que fue convertido en viviendas privadas antes de que un incendio lo destruyera en el siglo III d.C.
Gracias a una meticulosa restauración y análisis epigráfico, un equipo de investigadores españoles ha podido reconstruir tanto la forma original del objeto como la inscripción que lo recorre. Y ahí fue donde se produjo la gran revelación. Los investigadores publicaron sus resultados en el último número del Boletín del Archivo Epigráfico de la Universidad Complutense de Madrid.
El regreso de un nombre perdido: Spurius Lucretius Tricipitinus
La inscripción es, sin duda, la pieza más reveladora del hallazgo. Aunque fragmentaria, el texto, distribuido en al menos tres líneas, permite descifrar el nombre de S(purius) Lucretius Tricipitinus, seguido del título quaestor pro praetore (un cuestor con poderes de pretor para gobernar una provincia en ausencia del gobernador titular) y de una referencia nítida a una extracción de sortes.
Esa conjunción de nombres, cargos y acciones transforma al recipiente en un testimonio absolutamente increíble: no solo identifica al magistrado responsable, sino que documenta un acto concreto -la sortitio-. Y, además, la inscripción aporta la primera evidencia epigráfica tardorrepublicana de un miembro de los Lucretii Tricipitini, una estirpe de origen etrusco que, a pesar de su fama en los orígenes de la República, estaba prácticamente ausente de los registros materiales hasta ahora. A esta familia pertenece la trágica figura de Lucrecia, cuyo suicidio, según la tradición, provocó la caída de la monarquía y el nacimiento de la República. Su reaparición en Cartagena hace que se trate de una joya sin precedentes para la historia administrativa de la provincia.
Un gobernador con intereses mineros
Los investigadores han encontrado indicios de que Spurius Lucretius Tricipitinus no solo ejercía el poder político, sino que también estaba vinculado al comercio y explotación de metales. En la zona minera de Cartagena-Mazarrón se han encontrado lingotes de plomo con la inscripción S·LVCRETI·S·F (Spurius Lucretius, hijo de Spurius), idéntica a la fórmula abreviada usada en la sítula; esto sugiere que el gobernador, o bien era el mismo personaje mencionado en los lingotes, o pertenecía a la misma familia. Esta vinculación situaría a los Lucretii Tricipitini como actores en la explotación minera del distrito de Cartagena.
“La humilde vasija de metal, rescatada de los escombros de una casa incendiada, se erige así como una pieza clave para comprender la compleja red de intereses que vinculaba la metrópoli romana con una de sus provincias más ricas”, explican los autores en su trabajo.
Recordemos que Carthago Nova era, en ese momento, una metrópoli estratégica con un puerto seguro y una riqueza mineral crucial para la acuñación de moneda y la logística militar del Imperio romano. Gobernarla implicaba controlar uno de los recursos más codiciados de Roma.

La ‘sitella’ y el destino de Roma
La palabra clave en la inscripción es SORTES, que identifica el uso ceremonial de la sítula. Las sortes eran tablillas de madera o metal utilizadas en sorteo para asignar cargos públicos, repartir tierras, seleccionar jurados o incluso para consultar la voluntad de los dioses. Antes de la invención de la urna giratoria (urna versatilis), la sítula era el instrumento habitual para estos rituales.
El descubrimiento de esta urna en Cartagena junto a un santuario de Isis y una gran cornucopia asociada a la diosa Fortuna, ha abierto la hipótesis de que también se utilizaba en contextos oraculares o religiosos en el que se mezclaban prácticas administrativas y espirituales en esta época de la antigüedad.