La antigua embarcación de recreo egipcia medía 35 metros y era utilizada por la nobleza para fastuosas fiestas fluviales y procesiones religiosas.
Espectacular hallazgo submarino en las aguas del antiguo puerto de Alejandría (Portus Magnus). Los arqueólogos han descubierto algo que parece sacado de las crónicas de Estrabón o de las leyendas en torno a Cleopatra VII: una lujosa embarcación ceremonial, de más de 2.000 años de antigüedad, como testimonio del lujo, la religión y el poder político de las élites egipcio-romanas.
El barco se encuentra en un estado de conservación excepcional. Se trata de un thalamagos, y es único en su tipo, ya que es la primera vez que se encuentra físicamente uno de ellos (representados en arte antiguo, como el famoso mosaico del Nilo de Palestrina). El descubrimiento, liderado por el célebre arqueólogo submarino Franck Goddio y su equipo del Institut Européen d’Archéologie Sous-Marine (IEASM), ha sido calificado como extraordinario.
Un barco digno de una reina
El thalamagos descubierto en esas aguas poco profundas, mide aproximadamente 35 metros de largo por 7 metros de ancho y presenta una quilla plana, ideal para navegar en aguas calmas y poco profundas, como los canales de Alejandría. Estaba diseñado para alojar una cabina central de generosas dimensiones y decorada suntuosamente.
Según los especialistas, su propulsión era exclusivamente a remo, lo que implicaría una tripulación de al menos 20 remeros. Algunos arqueólogos y expertos en historia egipcia no han dudado en calificar la nave como el “superyate” de las élites alejandrinas. De hecho, por sus dimensiones y su contexto, podría ser la clave material que explique las descripciones legendarias de la impresionante barcaza de Cleopatra, aquella que, según la tradición, utilizó para impresionar a Julio César y, más tarde, a Marco Antonio, el gran amor de Cleopatra. Una reina egipcia y un general romano que vivirían una legendaria historia de amor, poder y muerte.
Un naufragio con historia
El barco fue hallado a apenas unos pocos metros del templo sumergido de Isis, en la isla de Antírrodos (también conocido como Iseum), el último templo de Cleopatra VII y un enclave que se hundió a causa de terremotos y tsunamis ocurridos alrededor del año 50 d.C., según diversas fuentes históricas y geológicas. Gracias a que algunos restos cayeron al agua durante el terremoto, parte del templo quedó a salvo a la espera de ser descubierto.
Respecto a la embarcación, por su ubicación y datación, el equipo del IEASM plantea dos hipótesis principales sobre su función y hundimiento: que se trataba de una embarcación festiva o de recreo vinculada a la corte romana o a la aristocracia local, o que formaba parte de los rituales religiosos del templo de Isis, particularmente del Navigium Isidis (Nave de Isis), una procesión anual en la que una barcaza representaba la barca solar de la diosa, llevando su imagen desde Alejandría hasta el santuario de Osiris en Canopo.
El hecho de que se hayan encontrado grafitis en griego antiguo en la quilla central del barco, refuerza esta segunda hipótesis. Además, las proporciones y el diseño encajan perfectamente con las descripciones de cómo debía ser un Navigium.
“Podríamos sugerir un uso ritual para esta barcaza: podría haber pertenecido al santuario y formar parte de la ceremonia naval de la navigatio iside, cuando una procesión que celebraba a Isis se topó con una embarcación ricamente decorada, el Navigium, que representaba la barca solar de Isis, señora del mar”, aclara Goddio.
Un hallazgo sin precedentes
El descubrimiento de este espectacular naufragio fue posible gracias a una serie de campañas de excavación que vienen llevándose a cabo desde los años 90 en el Portus Magnus. Según Goddio, es la primera vez que se descubre un barco de este tipo en Egipto ya que hasta ahora solo se contaban con referencias escritas o representaciones artísticas. Este es el primer barco real.
Curiosamente, estaba enterrado bajo solo 1,5 metros de sedimento, a unos 7 metros de profundidad. Gracias a modernas técnicas de fotogrametría 3D, el equipo ha podido reconstruir digitalmente la estructura sin necesidad de extraerla, cumpliendo con las normas de conservación de la UNESCO que recomiendan preservar los restos in situ para que no se deterioren.
Este thalamagos es una confirmación de que las descripciones del historiador y geógrafo griego del siglo I Estrabón, eran reales y que, en una ciudad multicultural como Alejandría, fundada por Alejandro Magno en el 331 a.C. y convertida en metrópolis del Mediterráneo, el lujo, la religión y la política se entrelazaban en cada aspecto de la vida, aunque fuese para una minoría privilegiada.