El método deductivo que aplicaba a sus pacientes inspiró las técnicas del famoso detective creado por Arthur Conan Doyle
Si le preguntamos a cualquier persona cuál es el detective más famoso de la historia, casi con total probabilidad nos diga el nombre de Sherlock Holmes. Y aunque se trate de un personaje de ficción, quizás algo de cierto haya en ello, pues su personalidad y su infalible método deductivo se basan en un personaje real.
Esa persona no era un detective, sino un cirujano escocés llamado Joseph Bell. Se da el caso de que este médico fue profesor de un joven llamado Arthur Conan Doyle, quien estudió y practicó la medicina, pero pasó a la posteridad como escritor.
¿Quién fue Joseph Bell?
Nacido en Edimburgo en 1837, fue un médico reconocido en su tiempo, con gran influencia en los campos de la anatomía y la cirugía.
Pertenecía a una larga y prestigiosa saga de cirujanos de Edimburgo, y él mismo consiguió ganarse el respeto de la profesión como cirujano en la Royal Infirmary y el Royal Hospital for Sick Children de Edimburgo.
Fue, además, profesor de cirugía operatoria y urología, y autor de un manual especializado de cirugía genitourinaria de gran influencia para los médicos de esta especialidad.
Medicina avanzada
Se conoce que el propio Bell aplicó técnicas avanzadas para su época, trabajando en un contexto quirúrgico en el que el cloroformo y los métodos antisépticos de Lister ya formaban parte de la práctica habitual.
En su manual, Bell dedica un extenso capítulo a la cirugía pélvica que incluye textos y dibujos muy didácticos. En concreto, describe con detalle los procedimientos habituales para tratar las piedras en la vejiga y explica con gran detalle por dónde podía acceder el cirujano al órgano. Incluso describía qué riesgos tenía cada vía de entrada y qué complicaciones podían aparecer después de la intervención.
Un curioso método deductivo
Lo que más sorprendía de Bell, sin embargo, era un peculiar método deductivo que aplicaba para tratar a sus pacientes. Hombre muy observador, supo sacar partido de esta característica y convertir su capacidad de fijarse en los pequeños detalles para obtener información relevante que le ayudaba en los diagnósticos y tratamientos.

Para entender su curiosa habilidad, se puede comparar con el trabajo de un restaurador de arte que no se limita a mirar un cuadro antiguo, sino que examina el polvo acumulado, la humedad del lienzo, el corte de la madera del marco o incluso la huella de una mano en una esquina. Cada detalle aporta información sobre el origen, la técnica, la manipulación y el recorrido de la obra.
De este mismo modo actuaba Bell con sus pacientes, llevando la observación clínica a otro nivel, pues no solo acertaba con las enfermedades, sino que también averiguaba detalles personales de las personas. Esta capacidad, sin duda, sorprendió e inspiró a Arthur Conan Doyle para su célebre personaje.
Maestro y alumno
Conan Doyle empezó a estudiar la carrera de Medicina en la Universidad de Edimburgo en 1876. Allí conocería a Bell, cuyo método deductivo le inspiraría la figura de su famoso personaje, Sherlock Holmes.

El propio Doyle llegó a ejercer de médico durante unos años, e incluso ejerció de cirujano en un barco ballenero llamado The Hope, que durante seis meses en 1880 navegó hacia el Ártico. Posteriormente, se volvió a embarcar como médico del buque SS Mayumba en su viaje a las costas de África Occidental.
Pero ya desde sus tiempos de estudiante compaginó la medicina con la afición por escribir relatos. Esta actividad le ocupó más tiempo cuando se mudó a Londres para ejercer, con poco éxito, de oftalmólogo. Como tenía pocos clientes, dedicaba más tiempo a escribir. Pronto nacería el mítico Sherlock Holmes.
Medicina en la obra de Conan Doyle
Todos recordamos la sorprendentecapacidad de deducción de Sherlock Holmes. Pero lo cierto es que en las novelas de Conan Doyle también aparecen muchos detalles que nos hablan de cómo se ejercía la medicina en su tiempo.
En El paciente residente, por ejemplo, se describe lo mucho que costaba especializarse en Londres a finales del siglo XIX. El médico que tenía grandes aspiraciones debía instalar su consulta en las calles de la zona de Cavendish Square, pagar alquileres muy altos, invertir en un mobiliario acorde al prestigio deseado y sostenerse económicamente durante años, además de mantener un carruaje y un caballo presentables.
En otras de sus obras nos habla de noticias médicas de su época. Por ejemplo, en La aventura del hombre que se arrastraba se percibe la influencia de los experimentos de Serge Voronoff, conocido por sus injertos de testículos de primates que generaron un notable debate científico y social.
Bell más allá de Sherlock
Curiosamente, la influencia de Joseph Bell no se limita al personaje de Sherlock Holmes, y de hecho, hoy en día su personalidad y método deductivo sigue inspirando nuevas historias. Este es el caso del popular Doctor House televisivo, cuyo carácter arisco y capacidad de deducción estaría también basada en el cirujano escocés.