miércoles, diciembre 10

La vida en los desiertos nevados: nuevos hallazgos reescriben la prehistoria del interior ibérico

El interior de la Península Ibérica durante gran parte del pasado era un desierto nevado que fue habitado por distintas especies humanas.

El interior de la Península Ibérica durante gran parte del pasado era un desierto nevado. Durante décadas, los arqueólogos asumieron que las zonas más frías y elevadas del interior de la Península Ibérica permanecieron vacías durante gran parte del Pleistoceno Superior. La dureza del clima, la altitud media y la aparente falta de restos humanos reforzaban la idea de que estos territorios eran demasiado hostiles para que nuestra especie se asentara. Sin embargo, nuevos hallazgos están desmontando esta imagen, revelando una prehistoria muy distinta a la que se había planteado. 

Un estudio publicado recientemente en la revista Antiquity pone en duda la visión general, que tendía a pensar que, sobre todo durante las fases inicial y media del Paleolítico Superior (entre 45.000 y 20.000 años atrás), el interior peninsular sería un páramo desierto. Una muestra muy clara de que en la arqueología el contexto es imprescindible para entender el pasado.

El trabajo realizado en varios yacimientos arqueológicos ubicados en zonas de alta montaña del Sistema Ibérico con altitud superior a los 1.000 metros, muestra que los seres humanos no solo usaron la zona como lugar de paso: fue un punto de encuentro. Esta nueva evidencia sugiere que la escasez de restos detectada hasta ahora podría no reflejar una ausencia real de ocupación, sino quizá los efectos de sesgos en la investigación o de procesos naturales que habrían ocultado parte de esas huellas humanas.

Pero cuando hablamos de humanos no nos limitamos al estudio de nuestra especie. Los períodos a los que pertenecen estos hallazgos permiten situar a sus protagonistas dentro de una historia humana más amplia: la de los últimos neandertales y los primeros humanos modernos que habitaron el interior de la Península Ibérica.

Lugares como La Vega de Albarcaz (Prados Redondos), con materiales del Paleolítico Medio (entre 300.000 y 40.000 años), se asocian de forma tradicional con comunidades neandertales, mientras que yacimientos del Paleolítico Superior, como Cueva Grande o Charco Verde II, corresponden ya a la presencia de Homo sapiens. En este sentido, las nuevas investigaciones ayudan a reconstruir cómo ambas especies (los neandertales primero y los humanos modernos después) lograron adaptarse a los entornos fríos y de gran altitud del interior ibérico, desafiando las limitaciones que durante mucho tiempo se consideraban infranqueables.

Así, el interior de la Meseta, antes considerado un páramo vacío, emerge ahora como un territorio habitado, explorado y aprovechado por comunidades humanas a lo largo de decenas de milenios.

Esteestudio no solo implica un cambio en el paradigma de la disciplina, sino también una nueva manera de ver el pasado común de un país entero. Poco a poco, día a día, la historia de nuestra especie se reescribe y es todo gracias a la arqueología.