jueves, junio 26

Hace 6.000 años enterraron a dos hermanas junto a un bebé y un perro en una mina de sílex en Chequia


El bosque de Krumlov, al sur de Moravia, en la República Checa, es conocido desde el siglo XIX por sus ricos yacimientos de sílex, la roca más empleada en la Prehistoria para elaborar herramientas. Desde la década de 1990, los investigadores han llevado a cabo aquí metódicos trabajos de excavación en el transcurso de los cuales salió a la luz una de las mayores zonas mineras de Europa, que fue explotada desde el Mesolítico hasta la Edad del Hierro.

Entre los cientos de pozos mineros encontrados, el número 4 llamó poderosamente la atención de los investigadores. Creían que dentro debía de haber algo especial. Y no iban desencaminados. En su interior aparecieron los esqueletos de dos mujeres, una de las cuales tenía los restos de un recién nacido dispuestos sobre su pecho; junto a ellas se hallaron los restos óseos de un perro pequeño. Todos ellos fueron enterrados hace más de 6.000 años. 


En un estudio, publicado en la revista Archaeological and Anthropological Sciences, los investigadores señalan que las mujeres podrían ser hermanas, y sus huesos han revelado que ambas tuvieron una vida muy dura y que sufrieron graves enfermedades. También han sugerido que su entierro en la mina podría estar vinculado a algún tipo de ritual, tal vez encaminado a asegurar el éxito de las explotaciones. Incluso han planteado la posibilidad de que hubiesen formado parte de un sacrificio humano o que fueran trabajadoras forzosas.

Una dura vida de trabajo

Las dos mujeres tenían entre 30 y 40 años y medían 1,48 y 1,46 metros respectivamente, una altura baja para la época. Los análisis han confirmado signos de desnutrición en la infancia, aunque durante la etapa adulta su dieta fue rica en carne, algo muy poco corriente para las comunidades neolíticas de la región. “Ambas eran débiles, estuvieron enfermas y mal alimentadas durante su infancia, aunque de adultas consumieron más carne y realizaron trabajos pesados”, explican los autores del estudio. 

El estudio también confirma el desgaste de las vértebras y muestra la presencia de fracturas mal curadas, lo que confirmaría que realizaron un trabajo que requería de un gran esfuerzo físico, probablemente en las minas. Una de ellas tenía una fractura mal soldada en el codo, lo que indicaría que habría seguido trabajando a pesar de ella. Las columnas vertebrales de ambas mostraban signos evidentes de artrosis y hernias discales, seguramente por trabajar encorvadas para extraer sílex. 


“La combinación de espondilolisis y osteofitos indica un estrés excesivo en la columna durante su vida”, aclara el informe. Pero los análisis genéticos aportaron también algunos detalles sorprendentes acerca del aspecto de estas mujeres: mientras que una tenía los ojos verdes o color avellana, la otra, con un 90 % de probabilidad, los tenía azules. 

En cuanto al recién nacido, algo que también ha llamado poderosamente la atención de los investigadores es que no era hijo de ninguna de las dos mujeres: “Un enigma que a día de hoy no hemos podido resolver. No se puede descartar que el niño muriera en el mismo período, aunque su presencia en el pozo sigue siendo un misterio”, han declarado los arqueólogos.


Finalmente, para llevar a cabo la reconstrucción facial de estas mujeres, los expertos han empleado técnicas de antropología forense, creando bustos increíblemente realistas que hoy se exponen en el Museo Moravo de Brno, en la República Checa.