En Noruega fue el último rey de los vikingos y el primero de los cristianos. Hoy hablamos de Olaf Tryggvason.
Muchos historiadores señalan a Olaf Tryggvason (964-1000), rey de Noruega entre los años 995 y 1000 como el protagonista de una dramática devoción religiosa que puso a la nación nórdica en un rumbo que transformaría la cultura vikinga para siempre: el cristianismo. Originalmente, este guerrero vikingo adquirió gran riqueza y fama gracias a sus incursiones en Gran Bretaña. Sin duda, para Noruega es una de las figuras históricas más importantes.
Una vida turbulenta
La mayor parte de lo que conocemos sobre Olaf Tryggvason proviene de pasajes incluidos en la Heimskringla (Saga de los Antiguos Reyes Nórdicos), escrita por Snorri Sturluson alrededor de 1230, un manuscrito medieval islandés conocido como el Libro de Flatey del siglo XIV y otro llamado Bergsbok del siglo XV que contiene bastantes textos de Olaf. Nuestro protagonista provenía de un linaje que se remontaba a Harald Cabellera Hermosa (Olaf era bisnieto de Harald), tradicionalmente venerado como el unificador de Noruega.
Sin embargo, tras la muerte de Harald, su hijo Eirik Hacha Sangrienta no pudo retener el trono y Haakon el Bueno derrocó a su hermano en el año 934, que continuó con las costumbres paganas. Sin embargo, a su muerte, los hijos de Eirik y Gunnhild, la esposa de este, tomaron el poder y durante su reinado, una de las víctimas fue su primo, el padre de Olaf, Tryggve. Él y su madre huyeron al este para escapar de sus rivales (aunque no se sabe con certeza si Olaf nació allí o fue llevado allí de niño).
En las Islas Sorlingas, frente a la costa de Cornualles, Inglaterra visitó a una vidente (las videntes eran muy respetadas entre los vikingos), quien le dijo que se convertiría en un gran rey, realizaría grandes hazañas y llevaría la fe cristiana a mucha gente, según las leyendas.
Aquí comienza una estela de aventuras y viajes que culminaron al enterarse de la creciente revuelta contra el rey noruego Haakon II el Grande; regresó a Noruega y fue aceptado como rey a la muerte de este en el año 995 (estaría en el trono unos memorables cinco años). Parece que fue aceptado con entusiasmo como el nuevo líder de Noruega gracias a su afirmación de ser nieto de Harald Cabellera Hermosa. Y con ello vino su imposición del cristianismo; por la fuerza. Lo primero que hizo Olaf al convertirse en rey fue exigir el bautizo de todos sus seguidores. Su reinado fue crucial en la inexorable transición de Escandinavia del paganismo al cristianismo.
El primer esfuerzo efectivo para cristianizar Noruega
Antes del siglo X, aunque la mayor parte de Europa Occidental había sido cristiana durante siglos, Noruega seguía siendo un bastión pagano donde los esfuerzos de un joven y enérgico rey, Olaf Tryggvason, fueron los detonantes para la participación definitiva de Noruega en la red cristiana. Parece que durante sus años de formación, se habría encontrado con poblaciones cristianas en el extranjero y, en algún lugar de sus viajes, aceptó el bautismo.